+90 años de Jazz Argento…

Como a un tizón encendido; nuevos bríos vivifican el fuego del Jazz Argento. Una prolífera escena jazzística, incipiente, de valor estético y discursivo; se amalgama a partir de su propia idiosincrasia, para celebrar el derrotero jazzístico conforme el peso, de más de noventa años de historia.

El presente; se nutre de ávidos intérpretes, de melómanos, bohemios sofisticados, artistas, críticos y público en general. Es que el inconfundible Swing Feel del Buen Aire, trasciende la barrera del tiempo y soslaya indiferente las fronteras de la especulación.

Por Carlos Negrini

Resistencia – Chaco , República Argentina. - En los albores de la concepción del Jazz y tras su vertiginosa expansión por el mundo; un deliberado y exquisito capítulo se forjaría a partir de la década de 1920 en la República Argentina. A la sombra del Tango y muy a pesar de que los registros históricos o anecdotarios presentan un vacío documental; se puede inferir en que las impresiones del Jazz Afroamericano hicieron puerto en la ciudad de Buenos Aires. A partir de allí, retomarían su avanzada por las principales ciudades del territorio nacional, en complicidad con los medios de comunicación radial, como fueron en aquel entonces; “Síncopa y Ritmo” y “Jazz al Día”, (espacios dedicados al género Jazzístico), que mantuvieron en vilo a la audiencia de la época.

Otro elemento de rigor histórico que acompañó este proceso; fue el inicio del cine sonoro. Sin embargo; el fulgor de los salones de baile, los conciertos, el café concert y las grabaciones discográficas; llevaron a que los músicos de las orquestas de Tango (La Típica); repararan en dedicarle parte de su repertorio al género del Jazz; las Orquestas de Francisco Canaro, Roberto Firpo y Francisco Lomuto; los 15 Shimmies y el caso particular de los nueve Fox-Trots que grabó Carlos Gardel bajo la influencia de Brodway y el Musical norteamericano, como así también; las incursiones de Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Mercedes Simone; entre muchos otros.

La primer Orquesta de Jazz argentina “Adolfo R. Avilés Jazz Band”, llevaba el nombre de su director (pianista y compositor); a las que siguieron «Los Santa Paula Serenaders», » René Cóspito», » Eduardo Armani», » Rudy Ayala», «Los Dixie Pal’s», entre otras tantas.


En 1933; se forma el primer conjunto vocal mixto » The Blackbirds», en 1938 se constituye el sexteto » Santa Anita» y en 1940; la Argentina, neutral frente al flagelo de la Segunda Guerra Mundial recibe a los » Mills Brothers», emblemático grupo vocal norteamericano.

El mismo año, tras un largo período de exilio, signado por una infancia pobre y marginal en su Chaco natal y tras deambular entre Brasil y Europa; retorna a la Argentina, el guitarrista Oscar Alemán, showman número uno de la noche parisina de los años treinta; considerado uno de los mejores exponentes de la guitarra jazz. Al año siguiente; brinda su primer Concierto de Jazz en el abarrotado Teatro Casino de Buenos Aires, junto a su Quinteto.

 

Promediando la década de 1950; otros cultores del Jazz fueron forjando su propia identidad y cultivando su buen nombre en la escena local e internacional. Tal es el caso de Lalo Schifrin (pianista – compositor - arreglador), quien fuera convocado por el trompetista Dizzy Gillespie como su pianista y arreglista. El maestro Water Malosetti (guitarrista – compositor - docente), que toma notoriedad en el circuito jazzístico argentino, integrando las más representativas orquestas de la década, como “Guardia Vieja Jazz Band”, “California Ramblers”, “The Georgians Jazz Band” y años más tarde la “Buenos Aires Big Band”, los cuartetos “Satch” y “Swing Club” entre otras.

Podría decirse que el anclaje de la era del Jazz estuvo suscrito por reductos de masiva concurrencia como el Bop Club, lugar en el que Don Astor Piazzolla, descubriría al guitarrista Horacio Malvicino (1954), con quien posteriormente recorrió el mundo integrando su octeto. En el Bop Club, acuñaron el avant-garde del BeBop a un lustro de su aparición en la calle 118 de Harlem (New York).

1960; sería la década más prolifera de la escena Jazzística y de una desbordante producción de arte en el país. Los músicos, hacían de su arte un sustento económico y espiritual; trabajaban en los diversos espacios que generaban la televisión, los teatros, las confiterías y trasnoches de la Calle Corrientes en la city, además; de las Radios y los Piringundines (bares de copeo y marinos), del bajo porteño. Las reuniones privadas, mediadas por particulares a las que llamaban “pizzas”, en su analogía con las Jam’s americanas; eventualmente contaban con alguna figura internacional que eventualmente estaría de gira por el país.

En esta década, se destacaron el pianista y compositor Enrique “Mono” Villegas, uno de los fundadores del Bop Club que a posterior, firmaría contrato con la discográfica norteamericana Columbia y de regreso en Buenos Aires traería todo lo aprendido en esa vasta experiencia. El saxofonista tenor, Leandro “Gato” Barbieri quien integro la orquesta de Lalo Schifrin y en Roma trabajaría con Jim Hall entre otras tantas figuras. Pero su valor compositivo se volcó hacia el latin jazz y músicas del tercer mundo. El clarinetista/ saxofonista, Horacio “Chivo” Barraro que se rodeo de jóvenes músicos como Fernando Gelbard, Alfredo Remus y Eduardo Casalla y muchos, a quienes conoció en las sesiones de improvisación que se realizaban en las casas particulares.

Empero; el Free Jazz, el Jazz Rock, la llegada de las dictaduras y la marcha de la bronca fueron parte de los anales de la historia sombría que siguió a este proceso y que tiñó de gris y sangre al pueblo argentino. Parte poco feliz de la historia pueblo.

En el presente; una generación inmersa en la era de la información y el intercambio; adopta e internaliza la impronta del Sentimiento puro del Jazz y lo hace propio en su concepción estilística y pragmática. Quienes fueron testigos de los sesentas, algunos sobreviven avocados al mainstream y repertorios de clásicos.

La nueva generación; busca afanosos reinventarse a sí mismos, confrontando laadversidad ante debilitados circuitos jazzísticos, cada vez más centralizados entorno a las grandes ciudades.

No en vano; el esfuerzo de muchos se vio fortalecido por una apreciación más positiva en la formación académica a través de tecnicaturas, certificaciones y experiencias tanto en el país como en el extranjero; en ellos se gesta la idea de producir nuevos discursos sonoros que investigan en la vorágine fundacional del Jazz, la forma de alcanzar la identidad de sí mismos.

En esta última apreciación del jazz local; se reivindica como una característica de valor (propios de nuestros días), aquellos músicos que fusionaron vertientes sonoras ajenas al Jazz y a partir de las mismas, se permitieron significar o re-significar nuevos elementos sonoros a fin de poder articular nuevos discursos sin que estos dejen de ser Jazz. El maestro Pepi Taveira, que incursiona a través de formas transicionales y reposa en las vertientes del folklore y la cultura africana.

El Quinteto Urbano, converge en el/ los elementos compositivos de la música popular Argentina y un repertorio original, donde la improvisación e interacción son desarrollados en profundidad, creando una mixtura muy peculiar de influencias.
Escalandrum; penetra en la férrea idea; de un grupo capaz de aportar al jazz contemporáneo el color de la música argentina con singular potencia de sus presentaciones en vivo.

Finalmente; el Jazz del Sur, se debate entre un abanico insospechado de ideas y de profunda introspección, para elevar su propia Voz de significaciones.

Carlos A. Negrini

carlos75can@hotmail.com

Resistencia – Chaco , República Argentina

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